¿Por qué soy de izquierda?
Gabriel Castillo-Herrera
columnista de PORLALIBRE en México D.F.
El enunciado interrogativo lleva en sí una afirmación: está dando por hecho que quien se hace esa pregunta da por sentado algo que habría que demostrar.
No hay en el párrafo anterior ningún afán de ser agnóstico, por el contrario: sucede que partimos de la observación de declaraciones de algunos personajes de la vida pública. Por ejemplo: a López Obrador se le considera ser un político de izquierda, Carlos Navarrete dice ser un hombre de izquierda; pero, también –y es aquí donde surge la peor incógnita-, Felipe Calderón declaró alguna vez que “…vamos a rebasar a López Obrador por la izquierda”, lo que nos hace suponer que, de alguna manera, el presidente electo en tribunales, cree ser de una izquierda más radical que el primero.
Pues bien, podríamos afirmar que a la realidad le tiene sin cuidado el juicio que cada quien tenga de su persona. Una categoría es lo objetivo, otra lo subjetivo y, aquí se complica el asunto, otra lo concreto. Veamos, que Calderón se defina, desde lo subjetivo, como de izquierda, es algo que la objetividad –de acuerdo al párrafo siguiente- se encargaría de contradecir. Con AMLO y Navarrete, partiendo de que ambos pertenecen a un partido que se identifica a sí como “de izquierda”, se les podría situar en la misma categoría; sin embargo, sabemos que tienen divergencias de consideración, en algunos puntos. Entonces: ¿cómo preguntarse “por qué soy de izquierda”, sin haber definido el concepto –sin encontrar el carácter en lo concreto- de qué es ser de izquierda?
Así que, es menester buscar el origen, la historia, la etiología, de “izquierda”. En la asamblea producto de la Revolución Francesa triunfante, los representantes del viejo orden se sentaban a la derecha del sitio que les daba alojo; los representantes que pugnaban por el orden nuevo (entre quienes se encontraba la burguesía, lo que hoy se antojaría aberrante) ocupaban el lado izquierdo. Es sólo una referencia; lo destacable del asunto es que los del lado derecho representaban al poder económico de los terratenientes, el oscurantismo religioso, el señorío feudal, a la monarquía, el Estado opresor y a las fuerzas que se negaban a morir ante el empuje del cambio revolucionario; y, los del lado izquierdo, representaban a las fuerzas del cambio: los comerciantes, los pequeños industriales (la burguesía, pues), la ilustración, la república, la libertad, la civilidad y el pueblo llano. Hay más: los de la derecha se identificaban con los cambios de forma o por lo estacionario; los de la izquierda, por la transformación: por la revolución. Los primeros por la preservación del mundo de la Idea sobre el de la materialidad; los segundos por lo inverso. (La opresión es una expresión de la lucha de clases, si Navarrete declara pertenecer –en entrevista con Raúl Cremoux- a una izquierda “moderna” que no cree en tal lucha ni, entiendo, en la revolución “violenta” -hay grados y modos de violencia-: ¿es de izquierda?).
Respondería a la pregunta inicial: Me asumo de izquierda porque entiendo –que no es lo mismo que creer- que el universo, el mundo y las sociedades humanas se transforman permanentemente, 1.- en contenido aún a pesar de que haya factores que se resistan a ellos, lo cual aparece, 2.- como una necesidad para el cambio en esencia: la revolución. Y me asumo, en tal virtud, como actor de cambio.PLL
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