Por JESUS SOSA CASTRO
En nuestra geografía nacional existe un número indeterminado de corrientes políticas llamadas de “izquierda” Para los efectos políticos que quiero destacar, las agruparé en tres: La de los ultras, la socialdemócrata conservadora y la corriente revolucionaria, transformadora
Los ultras habitualmente clasificados como de extrema izquierda se definen como enemigos del capitalismo y de la globalización. En su seno hay quienes aceptan la legalidad del Estado y otros que rechazan la idea de que los cambios sociales sean posibles al través de la lucha política y por medios democráticos. Consideran que el orden establecido, solo puede subvertirse al través de la revolución.
Otra corriente es la que llamaría socialdemócrata Conservadora. Es una corriente muy inestable, vive en constante retroceso, crece y decrece según sus políticas clientelares, es inculta, carece de proyecto político, lucha por humanizar el sistema, sus reivindicaciones son de corto plazo, es fácilmente cooptada por el poder, se inclina hacia la derecha y no entiende lo que pasa en el país. Su estructura política y organizacional se nutre de las prebendas, del corporativismo y de la corrupción. A esta corriente pertenecen NI, ADN, Foro Nuevo sol, IDN, MNE, Camacho, Marcelo, Ríos Piter y Jesús Valencia.
Hay una tercera corriente de la izquierda mexicana que bien podríamos definirla como la corriente Democrática, programática y transformadora. Es una corriente que tiene una visión clara de lo que pasa en México. En su permanente contacto con los más amplios sectores sociales, ha podido identificar cuáles son los agentes que irán por la transformación real del país. Es una fuerza que está trabajando a conciencia en la organización, en el convencimiento y en la necesidad del cambio democrático. Sabe que la transformación nacional sólo será producto de la convergencia de millones de personas que se han deslindado del neoliberalismo. Observa que la crisis que nos desborda como país, está convirtiéndose en un detonante eficaz para multiplicar los apoyos a un Nuevo Proyecto de Nación. Como nunca, hay conciencia de que el epicentro de este proyecto, es la unidad y la organización de los sectores democráticos y de aquellos remisos que por mucho tiempo se habían negado a participar en la lucha por las transformaciones sociales y políticas que se necesitan con urgencia.
Yo estoy convencido que dadas las condiciones en que se debate actualmente la izquierda partidista, la única fuerza que tiene la capacidad para atender los reclamos de la Nación, es el Movimiento Regeneración Nacional, MORENA, que encabeza Andrés Manuel López Obrador. Contrario a lo que dicen y creen sus críticos chayoteros, esta corriente amplia, democrática y plural no aspira a fortalecer las políticas de redistribución compensatoria, o una mayor transferencia de recursos y prestaciones para los sectores más desprotegidos; su objetivo fundamental es impulsar una política que cambie radicalmente el actual estado de cosas y que conduzca a la transformación democrática y revolucionaria de la sociedad.
Esta izquierda, ajena a las deformaciones y los intereses que han permeado a los partidos tradicionales y sus tribus, muchas de ellas verdaderos grupos delincuenciales, es la corriente que está llamada a jugar el papel de bisagra que permita el agrupamiento de todos aquellos grupos, sectores, movimientos y personalidades que han defeccionado de las políticas rampantes del capitalismo salvaje. Este gran torrente de fuerzas ya empieza a cobrar vida al lado del Movimiento Regeneración Nacional y millones trabajamos para consolidarlo.
Los intelectuales de México y la gente de MORENA están construyendo un proyecto político que acabará con los cartabones tradicionales. El trabajo y el esfuerzo de la mayoría de la población harán posible que este Movimiento represente la mejor opción política para México. Las ideas, el trabajo y la organización de la gente serán la parte sustancial de nuestro quehacer cotidiano.
Estamos llegando al punto donde todas las izquierdas tendrán que definirse en sus preferencias políticas. Los que sólo aspiran a maquillarle el rostro al neoliberalismo, tendrán que seguir el camino de la derecha prianista o mirar hacia la izquierda y trabajar por el cambio. Los que quieren una transformación real del país, que acabe con la violencia, con la corrupción, la impunidad y la pobreza, tendrán que buscar una ruta que seguramente los llevará por los caminos de la transformación democrática. Ha llegado el momento de construir un gran Movimiento que agrupe a todas las fuerzas que no comparten ya las políticas gubernamentales de la derecha. Construyamos juntos lo que Víctor Flores Olea llama un “Movimiento de Movimientos” Ya no caben las medias tintas ni es conveniente para nadie jalar cada quien por su lado. Es momento de la unidad y de la transformación del país. Hagamos de nuestra tolerancia recíproca y de nuestras opiniones diversas, el mejor instrumento de lucha para cambiar la vida social y política de México
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