Por JESUS SOSA CASTRO
Un ciclo escolar empezó el 22 de agosto. Cerca de 26 millones de niños iniciaron su año escolar. Este mismo día, Felipe Calderón y Elba Esther Gordillo, dieron a conocer un nuevo pacto que sepulta, para los maestros de nuevo ingreso, prestaciones sociales y laborales a las que tienen legítimo derecho. Acordaron un programa de “estímulos” que en la práctica convertirá la educación en fracaso y a los docentes en una mercancía que servirá a los intereses mafiosos del gobierno y del sindicato. La llamada “Evaluación universal” no solo abre la puerta a los enjuagues políticos entre el gobierno federal y el corporativismo magisterial, sino que transfiere a los causantes el peso de partidas multimillonarias que solo sirven a los sectores más corruptos del SNTE y a las políticas de mirada corta, intrascendentes y neoliberales del gobierno del Felipe Calderón. Cada tres años, a partir del 2012, el docente habrá de trabajar para contar con cien puntos que le permitirán ser evaluado como maestro de grupo. Si el maestro demuestra que tuvo un aprovechamiento de excelencia, le asignarán (no se sabe quién) cincuenta puntos. Si en el año estuvo trabajando en su formación profesional, le corresponderán veinte puntos. Si hace examen y lo pasa, le dan cinco puntos, cinco más si acredita cierta antigüedad y, finalmente, veinte puntos por actividades curriculares.
Todo este tejido tenebroso lleva a la conclusión de que nadie podrá ser considerado un buen maestro, si no lo acredita con los resultados que se exigen en la “evaluación universal” Si no hay la disposición de hacer trabajo social fuera del aula en forma gratuita, si no se tienen cualidades de líder social, si no se cumplen las encomiendas políticas que haga el sindicato, si no se alcanzan los cien puntos, cualquier maestro estará expuesto a ser corrido de su trabajo o estar condenado a ser víctima de contratos temporales. Los que estén dispuestos a evaluarse según lo pactado, los que estén dispuestos a trabajar para Elba Esther, serán recompensados con la plaza de base, con la definitividad, con la tenencia anticipada de los exámenes de evaluación para lograr el pase sin problemas y de pilón ser considerados como integrantes del equipo de cincuenta mil comisionados que tiene Elba Esther para hacer campañas político-electorales y mantener su cacicazgo en el sindicato. Quien no se pliegue a estas políticas, será despedido del trabajo o simplemente no tendrá jamás ni la plaza de base ni habrá definitividad.
La idea Borgeana de buscar, imaginar y producir otros mundos a partir de los libros, la educación y la cultura, fue arteramente liquidada por estos mastodontes de la ignorancia, la corrupción y la politiquería. Quienes llegaron a las aulas el día 22 de agosto del año en curso, tienen frente a sí un mundo incierto, lleno de violencia y de desesperanza. Sus padres sin recursos para avituallar a sus hijos empeñan sus prendas para estimular la educación de sus pequeños, aunque se queden sin comer. Mientras los timoneles del sistema corrupto y nauseabundo, hacen una apología maquiavélica de la educación que sólo conduce al adocenamiento de las nuevas generaciones y a la pérdida de la ancestral cultura nacional. Los afanes libertarios de millones y millones de mexicanos, transidos por el hambre, el analfabetismo político y la institucionalización de la barbarie, tendrán que buscar una ruta de aprendizaje forzado para entender que este país requiere de cambios urgentes. Si queremos que la Escuela sea un día la voz de nuestro futuro nacional, tenemos que trabajar duro para hacer que la educación se convierta en el alma de nuestro pensamiento transformador. Las estupideces de Calderón y de la Gordillo no serán más lo que son si nuestros niños y nuestros jóvenes, si las mujeres y los hombres de todas las edades y de todo el país, aprenden que sólo los libros, el trabajo y la libertad nos pueden alejar de la ignorancia, la corrupción y la violencia. G. Orwell en La rebelión en la granja puso en la voz de sus actores una frase que bien le queda a los nuestros. “Solo acabando con estos animales, mal administradores de la educación, podría pertenecernos totalmente el futuro de nuestro trabajo” ¡Así de mal andan las cosas!
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