¡Cómo cambian los tiempos!
Calderón y Navarrete |
Gabriel Castillo-Herrera*
Hace 30 años se sentaban en las banquetas a echarse sus “chelas” en la esquina con los cuates del barrio, hoy toman –no sé- coñac en bares de postín.
Hace 30 años se reunían en torno del puesto ambulante de la esquina a “empacarse” tacos de nana y buche, hoy cenan en los mejores restaurantes.
Hace 30 años vestían pantalones de mezclilla y camisas de franela o popelina a cuadros adquiridas en el mercado de la Merced, hoy con ropa de marca adquirida en tiendas exclusivas.
Hace 30 años –algún afortunado del grupo- tenía un vochito en donde se transportaban todos apretujados, hoy cada uno anda en camionetotas (¿acaso blindadas?).
Hace 30 años vivían en modestos departamentos en la Colonia Obrera o en la Doctores, hoy –si acaso viven por los mismos rumbos para conservar la cercanía con la hueste que los elevó- ya dejaron la modestia para los pobres.
Hace 30 años –a manera de gafete- portaban bajo el brazo libros de Lenin, Trotsky o El Manifiesto Comunista, convenientemente forrado con papel periódico, hoy se identifican con su pin del PRD.
Hace 30 años odiaban a cualquier clasemediero con nivel de ingreso alto por considerarlo “un burgués”, hoy pactan con el PAN (y la gran burguesía que estos representan) para ganar elecciones y así asegurarse una participación en el “hueso” político. Para seguir disfrutando de los privilegios que hace 30 años no tenían.
Hace 30 años su consigna preferida en las manifestaciones era: “¡Gobierno Burgués!”; hoy forman parte de un gobierno que responde más a esa categoría que el de entonces y se coligan con el partido que desde el año 2000 se ha encargado de acentuar esa característica.
Carlitos Navarrete, descalifica a López Obrador por sus críticas al jerarca del Partido del Sol Azteca -El Chuchín Ortega- afirmando que:
“Anda muy desbordado, anda demasiado agresivo; por cierto, no creo que pueda llegar lejos un precandidato que se dedica a golpear a su partido y descalificar a su dirigencia...”,
dicho que denota la veracidad de lo comentado líneas arriba: los libros de Lenin sólo los usaban de gafete. Según parece, el senador Navarrete cree los escritos de Ulianov trataban de Artes Culinarias. Según Carlitos, aunque el partido y sus dirigentes se alejen de la izquierda, hay que quedarse callado. ¡Ah!; pero nos da cátedra: se conceptúa a sí como “hombre de izquierda moderna, del Siglo XXI”. Sí, una –muy “moderna”- cuya propincuidad con el poder del dinero y el disimulo ante el reparto de la corrupción es evidente.
¡Todo, antes que regresar a esas formas de vida que llevaban hace 30 años!, ¿no es así Carlitos? El país está peor que hace 30 años; pero –desde la visión de “izquierdista” del Siglo XXI- hay que formar alianzas electorales con quienes han llevado a México a tal situación. En cambio, no tiene el menor empacho en augurar -¿amenazar?- que AMLO no va a contar con el respaldo del PRD si insiste en “… golpear a su partido y descalificar a su dirigencia...”. ¿Acaso Jesús Ortega no es tocayo de Dios, como para que Andrés Manuel pretenda criticarlo?
Por su parte, Dios (perdón, Jesús Ortega), se deslinda sentenciando:
“…pretender imponer una visión sin siquiera discutir, sin siquiera reflexionar, me parece que es una actitud de autoritarismo; si alguien no está de acuerdo con las alianzas, pues que vaya y que lo discuta con los dirigentes y militantes, quienes son los que toman las decisiones en el estado de México “.
¿Quién impone?, ¿quién no discute?, ¿quién no reflexiona?, ¿quién es autoritario? El mismo que manda a discutir con la dirigencia y la militancia del Estado de México la línea que dicta la dirigencia del PRD: ¡Jesús Ortega!
¡Cómo cambian los tiempos! Cambian tanto que ahora Chuchín y Carlitos promueven alianzas con quienes se juntaron, entonces, con el PRI para desaforar a AMLO y cerrarle el camino a la izquierda –una que no alardea de “moderna”- a la presidencia de la República en el 2006. Hoy parece que Ortega y Navarrete se suman al nuevo “compló” que ya se prepara desde el gobierno, partidos (PRI y PAN), los poderes fácticos (los del dinero) y el IFE, para el 2012.
Todo sea por no volver a las esquinas ni a las banquetas, como hace 30 años.
El pobrediablismo en acción.
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